En la carrera coincidimos Peio Fadrique y yo con la camiseta del CVCKorrika. Además convencí a un compañero de trabajo para que se iniciase en la modalidad. Jorge lleva años entrenando y participando en las carreras de "asfalto" pero no se decidía a probar con el monte. Su condición de maratoniano -lleva unos cuantos en sus piernas- y su entrenamiento casi diario me inducían a pensar que iba a disfrutar de la aventura. El único consejo que le trasladé antes de la carrera es que no se cebara a las primeras de cambio, que dejara transcurrir los kilómetros y disfrutara del contraste entre el verde de las praderas y el azul del mar. Que no saliese pensando en marcar un ritmo continuo, que el propio recorrido y su fuerza le iban a indicar la cadencia de su zancada.
Sin duda mucho más fuerte que yo, con más kilómetros en sus piernas y un régimen de entrenamiento más o menos metódico -desconozco la aplicación práctica de este término a mi caótico sistema de preparación- pensé en que todo lo que fuera no perder más de diez minutos con él ya era un logro.
Pero resultó que la sola preparación física, por mucho que estemos hablando de algo tan simple como correr, no es suficiente y que cada modalidad tiene sus características, sus exigencias, sus dificultades, y precisamente por ello no es lo mismo corre 10, 21 ó 42 kilómetros sobre el asfalto liso y plano que recorrer la misma distancia en un terreno abrupto, con continuos cambios de piso, de ritmo provocado por la pendiente, ...
Al final, para mi sorpresa, y sobre todo satisfacción no disimulada, conseguí llegar antes que él. Aunque esa circunstancia y una accidentada carrera le llevaron a asegurar -recién cruzada la meta- que esa iba a ser su primera y última experiencia, ya lo tengo convencido de correr el próximo día 28 en la Pasaiako mendi lasterketa. Es lo que tiene la montaña y la naturaleza en general en cualquiera de sus formas de disfrute, un magnetismo inevitable. Así lo atestigua la participación en Orio. Una semana antes de la prueba ya se había cerrado el cupo fijado en 350 corredores.
Peio hizo su carrera, como siempre tranquilo, con la experiencia que le otorga el incontable número de carreras en que participa. Coincidí con el en la San Silvestre donostiarra y me confeso que era su segunda carrera del día. No tiene remedio.
Tras el esfuerzo la organización, gracias por preparar un circuito tan bonito, nos obsequio con un surtido abundante de txistorra, vino y otras "delicatessen". Como curiosidad contaré que en el sorteo de regalos fueron premiados, entre otros pero no más de treinta, los dorsales 130 a 140 a excepción del 135 y 136 que pertenecían a los dos socios del CVCE tal y como puede apreciarse en la foto contigua. ¿Será casualidad?
Podéis consultar la clasificación de la prueba aquí y más fotos y videos en la web de la organización.
Aunque lo anunciemos en el lugar correspondiente, os anticipamos que el martes día 17 de abril nos reuniremos en el club a las 19,00 h. para planificar la nueva temporada. Os esperamos allí.
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